El día que Colombia perdió las ganas de reír
Archivo SEMANA
“Ese día había ‘pico y placa’ (restricción vehicular) de 7 a 9 de la mañana. Entonces yo tenía que salir de Bogotá antes de las 7 y para eso tenía que salir de mi casa antes de las 6. A Jaime lo asesinan a las 5:45″, le dijo a BBC Mundo.
“Una prima me llamó para preguntarme si estaba oyendo la emisora donde él trabajó hasta el último día, que era RadioNet. Yo le digo que no y entonces ella me dice que lo acaban de asesinar”.
La noticia de la muerte del humorista, a manos de dos sicarios que le propinaron cinco disparos cuando se dirigía a la emisora, se difundió rápidamente y conmocionó a Colombia.
Y al día siguiente varias decenas de miles de personas salieron a la calle para acompañar su cortejo fúnebre y demandar el fin de la violencia, en un último testimonio de la inmensa popularidad de Garzón.
“Fue una experiencia increíble. Yo creo que ni siquiera él mismo había podido dimensionar el amor y el cariño que le tenían los colombianos”, dijo Marisol Garzón.
Y es que gracias a una serie de entrañables personajes televisivos inspirados en los “colombianos de la calle” –como Néstor Elí, el portero del edificio “Colombia”; Dioselina Tibaná, la cocinera del palacio presidencial y, sobre todo, Heriberto de la Calle, quien lustró los zapatos de casi todas las personalidades colombianas de fines de la década de los 90s- Garzón supo hacer reír a sus compatriotas por casi diez años, casi siempre a costa del poder.
Mensaje
En el proceso, el humorista terminó además convirtiéndose en la conciencia crítica de la nación.
Y, para muchos, también en la fuente más confiable de información.
“A través de su humor decía las verdades que se comentan en la calle y que ni siquiera los columnistas de opinión se atrevían a decir en ese país”, le dijo a BBC Mundo el periodista investigativo Hollman Morris.
“Y yo tengo la tesis de que el asesinato de Jaime Garzón fue un mensaje que se preparó, que se estudió, que lo calcularon muy bien los sectores más recalcitrantes de este país, los sectores más intolerantes, ligados a la narco parapolítica”.
“Termina enviándole un mensaje a la sociedad colombiana y al periodismo nacional, de que investigar, de que criticar, pero sobre todo de esa manera tan de frente, veraz, con nombres propios, como lo estaba haciendo Jaime, iba a tener un precio”, explicó.
Algo parecido opina la hermana del humorista, Marisol Garzón.
“En cierta forma fue para darles un mensaje a todos los colombianos, de que así como somos capaces de matar a Garzón, podemos matar a cualquiera”, le dijo a BBC Mundo.
“Y eso generó un miedo y una preocupación de todos de poder denunciar”.
“Pero todavía hay mucha gente que se arriesga”.
De hecho, según el caricaturista de la revista Semana Vladimir Flórez (Vladdo), la muerte de Garzón no logró intimidar a los humoristas políticos del país.
“Creo que más bien nos fuimos al otro lado y de alguna forma creo que nos volvimos más agresivos, a manera de protesta”, le dijo a BBC Mundo.
Para Vladdo, sin embargo, el asesinato de Garzón no fue un ataque a su ácido sentido del humor, sino una consecuencia de su papel de activista por la paz y su participación como mediador en la liberación de varios secuestrados en poder de la guerilla, que le había valido acusaciones de simpatizar con los insurgentes.
“Fue un ataque en esa guerra estúpida en la que vivimos nosotros y en ese polarización entre extrema izquierda y extrema derecha. A él lo pusieron en uno de los dos lados y lo convirtieron en objetivo militar”, afirmó.
Vacío sin llenar
Tanto Vladdo como Morris, sin embargo, coinciden en que la muerte de Garzón dejó un vacío que aún no se ha podido llenar.
“La peor parte para el humor fue que se hubieran silenciado esa voz y ese talento impresionante que tenía Jaime”, dijo el caricaturista de Semana.
“Y aquí en Colombia, por el impacto de la televisión, el trabajo de Jaime Garzón era muy visto, era muy seguido, era muy importante. Y eso dejó un vacío muy grande porque además los canales privados tienden a ser bastante blandengues, son muy timoratos con el tema de la critica al poder. Entonces hacen unas cosas ahí medio criticando, medio burlándose, pero callan demasiadas cosas”, explicó.
“No se ha podido llenar por varias razones: primero porque creo que un genio, una figura como Jaime Garzón, es irrepetible”, dijo por su parte Morris.
“Segundo, porque durante mucho tiempo tuvimos un contexto político donde imperó el miedo a la critica política, que fue la administración del expresidente Álvaro Uribe Vélez”.
“Y tercero, porque no veo una voluntad decidida de los grandes canales de televisión por hacer este tipo de programas o por encontrar a esta persona que pueda llenar en algo el vacío de Jaime Garzón”.
Para el periodista, sin embargo, si Colombia tiene una deuda con el humorista es la de no haber podido, o no haber querido, evitar que su asesinato quede en la impunidad.
“Me sorprende mucho que las personas que lo lloraron en su día, quienes fueron sus jefes en algunos casos, o inclusive el propio canal de televisión en el cual trabajaba Jaime Garzón, que el homenaje para ellos simplemente sea recordar el humor, pero no exigir justicia ni romper el círculo de la impunidad. Me sorprende mucho, pero también me dice mucho de lo que es este país”, le dijo a BBC Mundo.
Y Marisol Garzón opina lo mismo.
“La única deuda que tiene Colombia es la de la verdad. El gobierno colombiano, el Estado colombiano, la justicia colombiana tienen una deuda muy grande con nosotros como familia, pero también como colombianos, que es la de decir la verdad sobre sus asesinos y la vez que haya justicia y que ellos paguen por sus asesinato”, le dijo a BBC Mundo.
“Después de 13 años no hay nadie en la cárcel por este asesinato”, se lamentó.
Crimen impune
Durante mucho tiempo la justicia colombiana consideró al comandante paramilitar Carlos Castaño el único autor intelectual del asesinato de Jaime Garzón y llegó incluso a condenar, en ausencia, al ya fallecido líder de las Autodefensas Unidas de Colombia a 38 años de cárcel en marzo del 2004.
El año pasado, sin embargo, la fiscalía colombiana también acusó por el mismo delito a José Miguel Narváez, quien en el momento del asesinato del humorista se desempeñaba como subdirector de los servicios de inteligencia colombianos, el ya desaparecido Departamento Administrativo de Seguridad (DAS).
En los testimonios de los comandantes paramilitares, como los que sirvieron para inculpar a Narváez, se afirma sin embargo que altos mandos militares de la época estuvieron detrás de la trama para asesinar a Garzón. Y los familiares y amigos del humorista están convencidos de que este fue además sancionado por importantes personalidades políticas.
Por el momento, sin embargo, el único acusado es Narváez y el juicio en contra del exsubdirector del DAS aún no ha iniciado, lo que ya llevó a la familia Garzón a interponer una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
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