10 claves para un estudiante de periodismo que quiere escribir crónicas
“La crónica es relato personal en clave periodística”
Analizar y criticar la crónica, hablar de ella, leer crónicas y adorar a los que escriben estas historias es un ejercicio fascinante, enriquecedor y una buena escuela, acaso la mejor. Cuando me preguntan cómo se hace una crónica siempre pienso que la respuesta es empezar a consumir crónicas en grandes cantidades. Hasta estar list@ para recorrer la calle. Pero María Angulo, profesora de Periodismo de Investigación de la Universidad de Zaragoza, sabe mucho más de ello y el libro Mirada Crónica –cuyo prefacio pueden descargar aquí–es solo una pequeña muestra.
La doctora en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Madrid y coordinadora de los libros Periodismo literario. Naturaleza, antecedentes, paradigmas y perspectivas (2010) y de la antología Artículo femenino singular. Diez mujeres esenciales en la historia del articulismo español (2011) ofrecerá en Ciudad de México el taller “Crónica, femenino singular”.
-Se dice que el periodismo está en crisis, pero la crónica parece más viva que nunca. De acuerdo a tu investigación para el libro que coordinas, ¿qué está pasando?
-La crisis afecta al periodismo desde la irrupción de las nuevas tecnologías. Ante esta situación, bastantes periodistas se han refugiado en el periodismo narrativo, que cuenta historias, que interpreta, que analiza y que nos hace pensar. En España, con un número aterrador de periodistas en paro, es normal que se estén buscando otras vías y la crónica es una de ellas. Así han surgido últimamente proyectos como la revista Panenka o Jot Down, por ejemplo, y están en alza también apuestas algo anteriores como FronteraD. Y no solo revistas, las editoriales se están ocupando más de la crónica. No solo las clásicas como Anagrama, que tiene una colección de crónicas desde tiempo inmemorial, ahora editoriales pequeñas como Libros del K.O donde publicamos nuestro libro “Crónica y Mirada” se dedican en exclusividad al género. De todas formas, la crónica siempre ha tenido sus propios canales de difusión y no han sido los tradicionales, sino revistas, magazines en general y el libro. La verdad es que sigue siendo muy complicado publicar crónicas en la prensa tradicional. Y lo que sigue resultando imposible, salvo a dos o tres popes, es vivir de las crónicas. Luego, en ese sentido las cosas no han cambiado tanto. De lo que quizá sí que se puede hablar es de un mayor interés “teórico” por la crónica, porque el género sí que ha logrado un prestigio.
LAS HISTORIAS PERSONALES GANAN TERRENO EN EL PERIODISMO. ¿SON CRÓNICAS?
-Si por historias personales entendemos el alejamiento de la retórica objetivista que imperó en el periodismo informativo a lo largo del siglo veinte, ciertamente hoy se evidencia un resurgimiento de la voz del periodista, lo cual nos lleva a la mirada y a la crónica. Pero ello no es nuevo, no al menos como preceptiva, porque desde los primeros tratados de periodismo en español se consideró la crónica como un género libre a través del cual el autor podía utilizar cualquier tipo de recurso literario y también manifestar valoraciones. En ese sentido, la crónica fue el género híbrido por excelencia de la tradición latina, a diferencia de la anglosajona, que solo permitía informaciones y opiniones (stories and comments), no formatos mixtos como éste. La crónica es relato personal en clave periodística; es decir, reporterismo, tratamiento profesional de las fuentes y de los datos, un proceso exhaustivo de edición, y la aplicación de técnicas narrativas prestadas de la literatura. En todas esas fases, el escritor actúa con todos sus sentidos (Kapuscinski), con toda su personalidad; por tanto, por supuesto que es muy personal. De allí incluso que algunas clasificaciones sitúen, entre otros, a la crónica como “periodismo de autor”. En definitiva, no hay tal diferencia: mientras más personales sean las crónicas de Leila Guerriero, de Caparrós, de Villoro… más garantía tenemos de su honestidad. Ahora bien, hay un tipo de relatos breves que, en términos generales, contienen poco o cero reporterismo, y no narran acontecimientos periodísticos, sino pasajes o vivencias del periodista. En ese caso, caemos en un terreno amplio de la clasificación genérica y en la que los autores podrían ponerse o no de acuerdo en cómo llamar a ese tipo de textos. Por ejemplo, en España les denominaríamos “columnas literarias” y en determinados casos adquieren la forma de una crónica, pero no lo serían. Sin embargo, en Latinoamérica bien podrían llamarse crónicas, porque en esta parte del mundo el término es más laxo y acoge una variedad más amplia de relatos, entre los que esté el reportaje y el perfil. No creo que debamos caer en esa discusión, pero sí es interesante anotarla en un blog como Clases de Periodismo.
PERIODISMO DE INMERSIÓN / PERIODISMO GONZO / LA PRIMERA PERSONA, EL PERIODISTA COMO PROTAGONISTA
-Aunque la inmersión o el gonzo convierten al periodista en protagonista, yo diferenciaría entre ambos. El gonzo es la apuesta singular de un personaje único que fue Hunter S. Thompson. El proceso extremo de inmersión para destapar una verdad que se nos quiere ocultar es otra cosa. Este periodismo de investigación que se caracteriza por el camuflaje tiene el máximo exponente en el alemán Gunter Wallraff. Y por supuesto que vale la primera persona. Toda crónica parte de un yo y tiene una primera persona bien delimitada y desde la que se escribe. En su carácter testimonial radica el poder de la crónica. Otro asunto son estos casos de inmersión en los que el sujeto y el objeto de la crónica se confunden. Hay ocasiones en las que se hace necesario este proceso de inmersión porque es impensable la obtención de datos desde la posición habitual del periodista observador, e incluso desde la postura intermedia del observador participante al estilo Malinovski. La práctica del camuflaje convertida en herramienta introspectiva del periodismo es imbatible aunque genere controversia y narrativamente funciona muy bien. Su proceso de iniciación, es lo que denominamos “work in progress” y es enormemente productivo literariamente en las crónicas más actuales. Algunas de las periodistas que analizaremos en el taller, como la pionera Nellie Bly, en sus Diez días en un manicomio (1887), sólo podrían haber logrado la información por medio de esta metamorfosis que consistía en convertirse en otra, e infiltrarse. En el caso de Bly, en un manicomio. Es un periodismo apasionante desde todo punto de vista. Ahora bien, comparto con la profesora e investigadora de la Universidad Complutense, Mª Jesús Casals, que de lo que verdaderamente hay que hablar en estos casos es de contra-periodismo; algo que no tiene por qué exigírsele a un profesional porque ningún periodista tiene la obligación de ser Wallraff. “Es más, su profesión no es el contra-periodismo sino el periodismo con sus reglas de juego claras y exigentes: no ocultar su condición de periodista, no engañar para conseguir información, no promover escándalos como espectáculo ni como arma ideológica para conseguir fines no confesados. Documentarse, buscar, saber preguntar, saber escuchar, saber escribir, saber contar, saber analizar”.
LA CRÓNICA EN LOS MEDIOS. ¿ES UNA ESPECIE EN EXTINCIÓN?
No es una especie en extinción, al contrario. Pero la crónica tampoco es un periodismo de mayorías, nunca lo ha sido, como no lo es la buena literatura, ni el buen cine; y siempre ha tenido sus propios canales de difusión en especial las revistas, ahora también digitales y las webs, los suplementos culturales de los periódicos y los libros (ebooks). Existe en la actualidad un número considerable de publicaciones en español que han asumido el desafío y hoy son referentes internacionales de gran periodismo literario en papel y en soporte online. Destacan nombres como: Orsai, Panenka, Jot Down, FronteraD, Anfibia, Periodismo Humano, El Faro, Prodavinci, The Clinic, Marcapasos, Radio Ambulante, Cometa, Números Rojos, Líbero, Arcadia, Pie Izquierdo, El Puercoespín, Cuarto Poder, Fahrenheit 451, Cuadernos de Básket, Quality Sport, etc. Son medios herederos, continuadores y complementarios de apuestas anteriores como TXT, Gatopardo, Etiqueta Negra, Rolling Stone, Poder, El Malpensante, etc., que nacieron bajo el paradigma de las publicaciones anglosajonas como Esquire, New York, The New Yorker, The Village Voice, Granta, etc. Siempre ha sido así. Gracias a estos medios existe la crónica. EnCrónica y Mirada, los investigadores Jorge Miguel Rodríguez y José María Albalad analizan cuatro de estos proyectos y explican sus fórmulas para subsistir en el mercado actual con este tipo de periodismo narrativo. Dan cuenta, todos estos medios, independientemente del periodismo que llevan adelante, de la importancia que tiene hoy el uso de las redes sociales, para crear y formar una comunidad de lectores y de apasionados de la crónica.
Veamos a continuación 10 consejos de Angulo:
- En primer lugar hay que salir a la calle a buscar historias y personajes.
- Prestar atención al entorno, a lo que cuenta la gente y a cómo lo cuenta.
- Observar para poder contar algo y, desde luego, querer contar algo.
- Para escribir en crónica hay que documentarse y también hay que reportear. Otra cosa es montarse un ensayo más o menos lúcido, según el bagaje de cada cual, o un relato autobiográfico.
- Recomendaría a al principio optar por la tercera persona y desaparecer técnicamente todo lo posible del relato.
- Es básico leer mucho: ficción y no ficción. Y fijarse, claro. Prestar atención no solo a las historias y argumentos, sino a las estrategias narrativas. Educando un poco la mirada, todos podemos detectar algunas de las herramientas discursivas habituales de los cronistas. Cómo alternan escenas y diálogos, por ejemplo, cómo emplean la descripción, cómo tratan siempre de presentar un conflicto argumental para que el texto pueda avanzar; cómo emplean o no las metáforas, las analogías y los símbolos; cómo generan tensión o cómo emplean la ironía, por ejemplo.
- Y después escribir, imitar esas estrategias que se hayan percibido en otras historias.
- Escribir mucho, siempre, a diario, para ir adquiriendo primeramente destrezas.
- Revisar lo escrito pasados unos días, autoeditarse una y otra vez, dejando pasar el tiempo, para tomar perspectiva sobre lo escrito.
- Contar con un personal training. Ahí es donde cumplen una buena función los talleres de crónica y las buenas clases de redacción periodística de las universidades.
Comentarios
Publicar un comentario