‘La persona incorrecta’
‘La persona incorrecta’: una historia de Sara Herranz sobre el amor actual
Antes el amor esperaba en la ventana; hoy espera el doble check ✓✓. Mucho del amor actual discurre por los chats y ya no hay paciencia para esperar un día, o dos, o tres, como ocurría antes, para ver si el amado se acercaba de nuevo a la reja. Hoy se mira WhatsApp, Telegram o cualquier otro canal, una y otra vez, de forma compulsiva, para saber si el otro ha visto el mensaje. Y si ha sido así y no ha respondido, la ansiedad se engancha al cuello. ¿Por qué el maldito pinche no me ha contestado?
Hasta los personajes de los libros están pendientes del doble check. La protagonista de La persona incorrecta, la historia dibujada que acaba de publicar Sara Herranz con la editorial Lunwerg, busca en este signo de visto ✓✓ una señal de vida del hombre que le gusta. Mira, espera; mira, desespera. Y en un momento surge una idea demoledora: «En este siglo el amor es un mensaje con doble check que no tiene respuesta».
Dice la ilustradora que el doble check refleja cómo se liga hoy. «Muestra la necesidad de estar continuamente conectados y la ansiedad que genera que no te respondan a un mensaje».
A Sara Herranz le asombra la adicción actual a la respuesta inmediata. «Hoy es más importante recibir una respuesta que quedar a tomar una cerveza», indica. «El teléfono inteligente nos genera estar en vilo y es algo que no nos sorprende. Lo hemos normalizado».
En una de las primeras páginas de La persona incorrecta asaltan dos frases al lado del grifo de una bañera: «Guardar para leer luego» y «Ahora no puedo, pero después tampoco». Es un reflejo más de hoy, dice la autora. «Todos hemos guardado cosas para luego pero ese luego nunca llega. Estamos saturados de ruido de fondo; somos incapaces de concentrarnos en algo. Vivimos muy distraídos».
Al pasar las páginas, sobre un blanco inmenso aparecen personas caminando. De aquí allá. Desconocidos pero, a la vez, tan iguales a todos los demás. De dos líneas sale al paso una reflexión: «Consideramos que nuestro dolor es más importante simplemente porque es nuestro. ¿Somos unos egoístas? No soy más que otra persona que cree que todo gira en torno a ella».
A muchos ese pensamiento les resulta familiar. Ha debido pasar por millones de cabezas unas cuantas miles de veces. También por la de Herranz y por eso lo incluyó en su historia. «Me he dado cuenta de que el libro está lleno de preguntas que me he hecho a lo largo de mi vida y muchas no tienen respuesta», explica. Aunque puede que en sus dibujos haya escrito la contestación. Todas las personas que deambulan por esas dos hojas muestran que «no estamos solos y que hay más gente en situaciones similares».
A lo largo de esta historia hay más respuestas sin preguntas. En una escena, alguien dice: «La gente solo cambia de amante, de talla de pantalón y de película favorita. Lo esencial se mantiene». Así lo cree la autora. Dice que a los 20 años uno aún se está ubicando. Pero poco después se forja la personalidad que quedará para siempre. «Mi padre siempre dice que tiene cuerpo de 60 años pero que piensa igual que a los 30», comenta. «La personalidad se mantiene a lo largo del tiempo».
Por las rendijas de la ficción de La persona incorrecta se cuelan decenas de historias que ha vivido la autora. De ahí procede una frase de la protagonista: «A veces siento que a la sociedad le dan miedo las mujeres solteras de más de 30 años». La idea está tomada de un día en que Herranz quedó con unas amigas. Todas mujeres, ninguna casada y algo en común: todo el mundo quería buscarles marido.
Ellas hablaban de esas figuras casamenteras que te dicen que te van a presentar a un hombre perfecto para ti como si intentaran salvarte la vida; personajes que, aunque parecen de película en blanco y negro, siguen obsesionados en agenciar un novio a sus amigas como si ese fuera el gran check de su vida ✓. «Estás en 2017 pero la sociedad mantiene ideas muy antiguas de las mujeres. Es como si tuvieran miedo a que no cumplan el rol de formar una familia», indica. «Lo incluí en el libro pero como una pregunta. ¿Por qué sigue existiendo ese rol? Yo no tengo respuesta. No siento cátedra».
Entre las páginas de días muy blancos y noches muy negras, a menudo, aparece el vacío. Es una sensación que desborda a algunos personajes y que quizá, en algún momento, haya sentido la autora y por eso aparece ahí. Porque algún día ese agujero se desparramó en sus dibujos mientras armaba las 224 páginas sin numerar de La persona incorrecta.
«Inevitablemente, escribo sobre mí. Utilizo las historias para canalizar mis dudas y mis reflexiones. Es una forma de entenderme. Ahí se ve que soy melancólica e introvertida. Me puedo sentir sola en lugares donde estoy rodeada de gente», explica. «Escribir un libro es una forma de compartirlo con los demás y acercarte a otras personas. Quizá hay alguien ahí que siente lo mismo que yo».
La persona equivocada acaba en una escena en negro. Es un color donde Herranz se siente a gusto porque, dice, es «muy nocturna». Además, a esta historia, ese tono le va bien. «La noche da licencia para mandar mensajes que no debes» y eso es lo que hacen los protagonistas en este enredo de amor y desamor, deseo y huida, y un olor a tinta vigoroso que se desprende conforme avanzan estas páginas de trazo exquisito y labios muy rojos.
Comentarios
Publicar un comentario