SALTAR EL TIBURÓN - expresión
El curioso fenómeno por el que una serie te deja de gustar
Ha ocurrido decenas de veces. De pronto, los protagonistas de tu serie favorita comienzan a actuar de manera diferente. Los críticos le han puesto nombre: «Jump the shark»
Saltar el tiburón («jump the shark») es un término usado por críticos estadounidenses, fans de series de televisión y raritos en general para designar el principio del fin de una serie. La expresión está sacada de «Happy Days», popular comedia americana que estuvo en antena de 1974 a 1984 y que retrataba idílicamente a una familia americana media de Milwaukee. En ella, el personaje de Fonzie saltaba literalmente por encima de un tiburón. Lógicamente, la apreciación de cuando una serie ha saltado el tiburón y se ha ido a tomar por saco se hace posteriormente al momento decisivo, con suficiente perspectiva. Así cualquiera. De algunas producciones se dice que nunca han saltado el tiburón: «The Larry Sanders Show», «Fawlty Towers», «Los casos de Rockford» o «Los Simpson» (aunque aquí hay división de opiniones). A veces se salta cuando la protagonista se queda embarazada («Murphy Brown »), cuando los dos principales personajes se van a la cama («¿Quién es el jefe?», «Doctor en Alaska») o cuando a los guionistas se les ocurre algo realmente descabellado (la vuelta de entre los muertos de Bobby a «Dallas» porque en realidad no se había muerto sino que Pamela lo había soñado).
Ha ocurrido decenas de veces. De pronto, los protagonistas de tu serie favorita comienzan a actuar de manera diferente. Los críticos le han puesto nombre: «Jump the shark»
Saltar el tiburón («jump the shark») es un término usado por críticos estadounidenses, fans de series de televisión y raritos en general para designar el principio del fin de una serie. La expresión está sacada de «Happy Days», popular comedia americana que estuvo en antena de 1974 a 1984 y que retrataba idílicamente a una familia americana media de Milwaukee. En ella, el personaje de Fonzie saltaba literalmente por encima de un tiburón. Lógicamente, la apreciación de cuando una serie ha saltado el tiburón y se ha ido a tomar por saco se hace posteriormente al momento decisivo, con suficiente perspectiva. Así cualquiera. De algunas producciones se dice que nunca han saltado el tiburón: «The Larry Sanders Show», «Fawlty Towers», «Los casos de Rockford» o «Los Simpson» (aunque aquí hay división de opiniones). A veces se salta cuando la protagonista se queda embarazada («Murphy Brown »), cuando los dos principales personajes se van a la cama («¿Quién es el jefe?», «Doctor en Alaska») o cuando a los guionistas se les ocurre algo realmente descabellado (la vuelta de entre los muertos de Bobby a «Dallas» porque en realidad no se había muerto sino que Pamela lo había soñado).
Todo comenzó en 1977, cuando HBO apenas tenía cinco años de vida y una idea como Netflix era inimaginable. Sin embargo, una escena de aquella televisión cambió todo. Fonzie, el delgaducho protagonista de la serie «Días Felices», salta literalmente un tiburón en una rocambolesca escena marítima. Un momento que es historia de la tele porque acuñó el término «jump the shark», un fenómeno temido por los guionistas y productores y que marca el principio del fin de una serie.
¿Pero por qué el «jumping the shark» hace que una serie te deje de gustar? Todo está en la coherencia interna de la serie y en la credibilidad de sus personajes. Viendo la escena de «Días Felices» (más allá de que su protagonista haga esquí acuático con chaqueta de cuero) se puede entender que el espectador decida dar portazo a una espectáculo donde ya nada tiene sentido.
Este fenómeno se da sobre todo en series de larga duración cuando los guionistas quieren revitalizar el producto con giros en la trama
En la actualidad, en esta época dorada de la televisión, ocurre sobre todo con series que se mantienen en emisión muchas temporadas. Los guionistas, en un intento de mantener el show fresco y renovado, introducen algún cambio ya sea en la personalidad de los protagonistas o en la trama. Y pueden lograr con éxito su objetivo, pero si no lo hacen correctamente los espectadores se dan cuenta de que es un giro desesperado y que realmente se han agotado las ideas de las mentes creativas.
Qué fan de «Perdidos» no se quedó asombrado cuando Ben mueve la isla. Con el tiempo, lograron justificar con acierto «la jugada». Pero otros tantos momentos que parecían fundamentales se quedaron en el aire (Eko frente al humo negro, un gesto que le presuponía una capacidad que luego nunca se desarrolló). En otra serie ya antigua como «Prison Break» sucede algo similar (la segunda temporada parece entera un relleno. Incluso el resto de la serie una vez logran su misión inicial) o en «Alias», cuando se descubre el secreto de la pareja (alguien ocultaba algo que hasta ese momento no se sostenía y que después dejó de importar a los protagonistas).
En otro registro, los guionistas de «Cómo conocí a vuestra madre», en un intento de alargar la serie, llegan a «saltar varias veces el tiburón» con argumentos que luego nada aportan al desenlace de la trama. Y un ejemplo más evidente se da en «Dos hombres y medio» con la marcha de Charlie Sheen.
No afecta a todos por igual
En Estados Unidos es un término muy popular entre los críticos de televisión y seguidores de las series. Incluso la influyente «Guía de la televisión» tiene un apartado donde incluye a los shows que se olvidan de su esencia.
Pese a todo siempre hay excepciones. ¿O es que alguien puede poner un 'pero' a «The Wire», «Los Soprano» o «Breaking Bad»?
(Aquí el vídeo con el que comenzó todo. Atención al minuto y medio de falsa tensión que reflejan los rostros de los protagonistas. Y al look de Fonzie).
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