Por el río Magdalena
El paso de la barca
Siguiendo el curso del Magdalena, el municipio de Aipe es la última población del Huila que lo ve pasar antes de entrar a otro departamento. En antaño, los aipunos que deseaban visitar a sus vecinos de Villavieja tenían la necesidad de alquilar una lancha que los pasara, pero en la actualidad basta con esperar a que llegue el verano para que el cruce se pueda hacer sobre puentes improvisados que se construyen por encima de los delgados “hilos” de agua que sobreviven a la temporada.
El abandono al que ha sido sometido el cauce del río se hace evidente al caminarlo y comprobar que para ganarle unos cuentos metros a las tierras que mantienen el ganado solo se necesita dar la orden, puesto que las normas que rigen la distancia mínima entre la ronda del río y las actividades agrícolas y/o pecuarias parecen no importar. Poco a poco el río pierde su terreno y las altas temperaturas de la zona hacen casi imposible que lo vuelva a recuperar.
En Aipe no se sufre por agua ya que no es propiamente el Magdalena quien la provee, los males de la población son producto de años de exuberancia por cuenta de los miles de millones de pesos que se recibían como regalías del petróleo pero que a partir del año 2016 serán historia, debido a la redistribución de este recurso que ordenó el Gobierno Nacional. Más de 40 años viviendo de la explotación petrolera hicieron que solo hasta que desapareció nadie le haya prestado la importancia que el río necesitaba.
Así luce el "brazo de Aipe" (izquierda) y el "brazo de Villavieja" (derecha). Pero si en Aipe no llueve hace más de seis meses, en Natagaima (Tolima) tampoco.
El cerro del Pacandé se convierte ahora en el testigo mudo de la desgracia del río, una calamidad acompañada de la nostalgia de los pescadores de los propietarios de la barca que durante décadas pasó los profesores de que iban a dictar clase a los niños de las nueve veredas que están al otro lado del imponente Magdalena. El paso que antes demoraba casi 20 minutos hoy se hace en menos de 10 porque las condiciones así lo permiten pese a que la embarcación sigue siendo la misma.
Natagaima se negó a que su plaza central tuviera nombre de prócer y en su lugar la llamaron Plaza de la constitución, sin embargo, a lo que nunca se opuso fue a que la basura y los desperdicios se convirtieran en los compañeros permanentes de las riberas del río, haciendo que la contaminación producida terminara por desplazar a los pescadores de que ahora deben caminar más de dos kilómetros con la canoa en los hombros antes de encontrar una zona navegable y con áreas profundas para poder trabajar.
Atrás quedó el Huila y hoy es el departamento del Tolima quien recibe las aguas del Río grande. La travesía continúa gracias a que tener nombre de santa parece que sirve para que el Magdalena no se detenga.
Pese a no ser el más largo ni el más caudaloso de Colombia, el río Grande la Magdalena es el más importante de Colombia pues no solo lo atraviesa de sur a norte sino que fue gracias a existencia que el progreso del país hizo su entrada triunfal casi desde el mismo momento en que fue descubierto por el conquistador español Rodrigo de Bastidas en 1501. Sin embargo, hoy en día su realidad no es tan sublime.
Pero antes de que tomara el nombre castizo que lo popularizó, los indígenas que habitaban la zona en donde nació lo llamaban Yuma (río de la montaña) y era tan importante como en sus mejores épocas. Hoy, 514 años después de que fuera bautizado en honor a María Magdalena, Radio Nacional de Colombia empezó a recorrerlo para conocer más a fondo su situación actual, esa que están afectando el cambio climático y las acciones de quienes viven en sus riberas.
Iniciamos nuestro recorrido en Neiva, la primera gran ciudad que atraviesa el río, un lugar en donde poco parece importar el futuro de quien trajo prosperidad e historias a toda una nación. La primera imagen que se lleva el visitante es la de un vertedero de desperdicios porque en eso está convertido el Magdalena por parte de la población. La falta de una planta de tratamiento adecuada hace que las aguas negras de más de 340 mil personas vayan a parar directamente a este.
Pese a que en algún momento fuese llamada la “Capital de Río Magdalena” y junto a su ronda se haya construido un majestuoso malecón, Neiva registra en la actualidad 13 vertimientos directos de aguas residuales sobre el río y en los últimos meses se sumó a las poblaciones en donde se ha registrado el caudal más bajo en la historia, tan reducido que la zona conocida como la Gaitana es posible atravesar el río caminando y llegar hasta La isla, un lugar en donde los “pasadores” tiene que buscar otro oficio pues su trabajo ya no es requerido.
Sin embargo, no todo lo que le pasa al río cuando atraviesa Neiva es culpa de sus habitantes, kilómetros arriba se encuentran dos de las represas más grandes de Colombia, Betania y El Quimbo, proyectos de generación de energía que utilizan como principal fuente de llenado las aguas del Río grande y que según muchos huilenses se constituye en la más sobresaliente de las causas para que la situación sea desoladora en la actualidad.
Así se inicia este recorrido, con preguntas y respuestas, con la necesidad de comprender qué está pasando con la arteria fluvial que antes de su desembocadura baña 18 de los 32 departamentos colombianos y que pese a todos los embates que a diario debe enfrentar, produce el 85 % del Producto Interno Bruto PIB en el país y le sirve de sustento a cerca del 80 % de la población en Colombia.
En el marco de nuestro especial sobre el río Magdalena, recopilamos algunas de las historias más populares de los espantos y fenómenos que hacen parte de la cultura ribereña.
Contados de generación en generación, las aguas del Magdalena y sus cercanías fueron la inspiración de relatos que quedaron en la memoria de sus habitantes. Estos sirvieron para dar explicación a fenómenos desconocidos, infundar creencias y temores con respecto a actos que se consideraban inmorales y tal vez para que algún niño inquieto obedeciera a su madre.
Estas son algunas leyendas que tienen al río Magdalena y a sus riberas como escenario.
La Madremonte
Cuenta la leyenda que La Madremonte se ha visto en toda Colombia, sin embargo la historia se ha hecho más popular por tierras antioqueñas y caldenses espantando a los cafeteros, campesinos y leñadores de la zona.
Según los lugareños es una mujer corpulenta, elegante, vestida de hojas frescas, musgo, que defiende a la naturaleza.
El escritor Tomás Carrasquilla describe a la Madremonte en su novela “La marquesa de Yolombó” así:
"Aquí, la Madremonte, musgosa y putrefacta, que al bañarse en las cabeceras de los ríos, envenena sus aguas y ocasiona calenturas y tuntún, llagas y carate, ronchas y enconos. Tampoco tiene contra, la maldita".
Cuando La Madremonte se enoja, desata su furia llenando de plagas los campos y ganados de quienes usurpan los terrenos y cazan animales. También cuentan que puede hasta castigar a los hombres infieles.
Los campesinos dicen que cuando la Madremonte se baña en las cabeceras de los ríos, las aguas se enturbian y se desbordan causando inundaciones, borrascas fuertes, provocando grandes daños.
La madre de agua
Los ríos cuentan que una joven de ojos azules y cabellos dorados que acompañaba a su padre español, en la conquista de nuestras tierras y a la expedición por el río Magdalena, se atormentó cuando su padre torturaba al cacique de una tribu indígena, para obligarlo a que le mostrara el oro que en su tierra escondía.
El conquistador conmovido por el ruego de su hija, decide dejar libre al indígena. Ella, enamorada de la belleza del cacique, huyó con él a las riberas del río y tuvieron un hijo. Cuando el padre se enteró, ahogó a su nieto y decapitó al indígena en presencia de su hija. En medio de su dolor y desespero la joven decidió ahogarse en las aguas del río Magdalena.
Desde entonces cuentan los lugareños que vive bajo el agua y asusta a niños y pescadores haciéndolos ahogar.
El Mohan
Este personaje tiene tantas versiones como presencia en los pueblos ribereños que comprenden el Magdalena medio: Tolima, Huila, Caldas y Antioquia. En algunas partes de Tolima es un hombre travieso que asusta a pescadores arrebatándoles los peces.
Algunos describen al también conocido como “El Poira”, como un hombre de barba espesa y larga con muy mal carácter con los hombres y simpático con las mujeres a las que les promete juventud eterna. Además dicen que su fuerza es tal que puede sostener el peso de la luna y que se suele ver embriagado con aguardiente de caña y chicha de maíz que él mismo prepara.
“El Mohán es amo y señor de las aguas, por eso lo adivina todo… Es un indio moreno y cuajado, cubierto de pelo, al que le centellean los ojos y es muy traicionero, dice un viejo campesino de Purificación.
Al Mohán le gustan las jóvenes que lavan ropa en las orillas del río. Otro de los pescadores relata:
Había una (lavandera) muy linda llamada Chiquinca, a quien el Mohán perseguía constantemente, le hacía picardías y, aseguran las compañeras, que repetidas veces llegaba por dentro del agua, le quitaba la totuma de lavar y el jabón… Cualquier día desapareció la muchacha sin dejar la menor seña.
Según los relatos, el palacio del Mohán, en el fondo de un remanso, está lleno de tesoros y grandes salones iluminados”. Lean más aquí
Ilustración: Jorge Restrepo H.
El hombre caimán
En El Plato, municipio ubicado en las orillas del río Magdalena en el departamento del mismo nombre del afluente, nació la historia de un hombre que pescaba en el río y espiaba a las mujeres.
Previendo que podría ser descubierto entre los arbustos, se desplazó a la Alta Guajira para que un brujo le preparara una pócima que lo convirtiera momentáneamente en caimán, para que las mujeres no lo sorprendieran.
Pero el par de pócimas que el brujo le preparó para volverse hombre y animal, le hicieron una mala jugada quedando con cabeza de humano y cuerpo de caimán. Cuando las mujeres se enteraron no volvieron a bañarse en el río.
Su tragedia lo relegó a espiar mujeres desde el fondo del agua y desde entonces, los pescadores del Bajo Magdalena, desde Plato hasta Bocas de Ceniza, permanecen atentos para pescarlo en el río o cazarlo en los pantanos de las riberas.
La Llorona
Según la leyenda su rostro es una calavera y en las cuencas de sus ojos giran dos bolas incandescentes. Viste una larga túnica deshilachada, tiene el pelo largo, negro y revuelto, donde se posan luciérnagas y cocuyos. Con sus manos grandes, huesudas y ensangrentadas, arrulla a un bebé muerto. Causan terror sus quejas y alaridos gritando a su hijo.
Sobre este personajes existen varias versiones. Incluso José Barros llevó este relato a la música con “La llorona loca” https://soundcloud.com/elheraldo-colombia/checo-acosta-la-llorona-loca
Una de las variantes es relatada por el folclorista antioqueño Agustín Jaramillo Londoño. Según esta versión, una joven modista de las épocas de la guerra, al creerse viuda engendra un hijo con un soldado del que se enamoró. Pero luego al conocerse la noticia de que su marido estaba vivo y se disponía a volver, temiendo por su suerte, tomó al recién nacido contra su pecho, se internó en la oscuridad y se lanzó al río embravecido en medio de lamentos.
Otra versión habla de una bella mulata quinciañera, quién tuvo un hijo con un amante. No sabiendo qué camino tomar para no desmerecer ante los ojos de los suyos, decidió ahogar a la criatura una noche de luna. Víctima de su remordimiento, regresó a buscarlo sin éxito. Desde entonces, en las noches de luna, se le oye gritar y lamentarse buscando a su hijo mientras dice ‘¡Aquí lo eché… aquí lo eché: ¿En dónde lo encontraré?!’”
Ilustración: Jorge Restrepo H.
Por su parte, en el municipio de Tamalameque en el Cesar, se conoce la versión escrita por el poeta Diógenes Armando Pino, la cual cuenta que una joven de buena familia, se dejó llevar por una pasión desmedida y quedó embarazada de su amante. Al comentar con él sobre el hijo que veía en camino, el hombre montó en cólera, evadiendo toda responsabilidad y huyendo del poblado. La joven decide tomar un brebaje recomendado por una comadrona para truncar la vida en gestación, pero luego se arrepiente cuando ya no hay marcha atrás. Loca, totalmente desquiciada, se dirige al “Caño Tagoto”, lanzándose a sus aguas y hundiéndose por siempre en él.
La Candileja
Según la cada creencia, puede manifestarse como una gran bola de fuego incandescente o como 3 luces que se logran divisar a lo lejos, pero en general los relatos hablan de almas en pena.
Una de las versiones cuenta que hubo una abuela que fue sumamente alcahueta con sus dos nietos, a quienes todo les permitía, incluso ensillarla como bestia de carga. Cuando murió la anciana, San Pedro la recriminó por la falta de rigidez en la educación de sus nietos, y la condenó a purgar sus penas en este mundo entre llamas. Esta se manifestaba como una bola de fuego que saltaba de samán en samán, a la que había que rezar para atraerla, o en caso contrario, si se la quería ahuyentar, había que gritarle groserías e improperios.
Otra historia cuenta que, en una noche de borrachera dos compadres se enfrascaron en una lucha a machete, ya que uno de ellos se había involucrado con la esposa del otro. Al ver la pelea el ahijado que los acompañaba, intentó detenerlos y los tres murieron en el incidente, quedando sus almas penando en la eternidad. Se dice que a lo lejos, pueden verse dos luces grandes y una pequeña en el medio, que brincan entre si recordando aquella fatídica noche.
La Patasola
La describen como un ser de una sola pierna que terminada en pezuña de vacuno o de oso, en ocasiones con un solo seno sobre el pecho y un ojo. Se cree que la tal pezuña está dispuesta al revés, de manera que quienes le siguen el rastro, toman la dirección contraria.
La leyenda cuenta que una bella mujer estaba casada con un campesino muy trabajador que se la pasaba vendiendo las cosechas de su patrón. Aprovechando las ausencias del campesino, el patrón le coqueteaba a la bella mujer con la que terminaron en amoríos.
Ilustración: Jorge Restrepo H.
Un buen día le contaron todo al marido y este tomó por sorpresa a los amantes abrazados en la cama. Lleno de ira, el campesino desenvainó su machete, se arrojó sobre ellos y le cortó la cabeza al patrón. La mujer quiso salir huyendo pero el enfurecido marido le cortó una de sus piernas ocasionándole la muerte. Las personas aseguran haberla visto saltando en una sola pata, por sierras, cañadas y caminos, destilando sangre y lanzando gritos lastimeros.
Según otra versión, la Patasola es una mujer muy bella que atrae a los campesinos para luego ‘comérselos’, para solo deja los huesos pelados.
El Río Magdalena es la vía fluvial más importante de Colombia. A través de ella se puede recorrer, miles de sitios turísticos, decenas de municipios y cerca de 13 departamentos. Aquí una lista de los municipios que adoptaron el nombre de “Puerto” en homenaje en las aguas del Magdalena.
Puerto Nare, Antioquia
Puerto Nare fue habitada hacia los años de 1400 por los indígenas Tahamíes, una tribu conocida como Palagua y liderada por el Cacique Naré; su nombre hace homenaje al líder indígena.
El municipio colinda con el río Magdalena y el río Nare; el primero de ellos bordea la cabecera municipal y el corregimiento de La Sierra; el segundo pasa por el corregimiento La Pesca.
El municipio colinda con el río Magdalena y el río Nare; el primero de ellos bordea la cabecera municipal y el corregimiento de La Sierra; el segundo pasa por el corregimiento La Pesca.
Actualmente, la economía de Puerto Nare se basa en la ganadería, la pesca, el turismo y la comercialización del cemento, caliza, petróleo y energía.
Puerto Triunfo, Antioquia
Uno de los municipios más jóvenes del departamento de Antioquia. Inicialmente (1905) era conocido como un paraje llamado El Triunfo. Más adelante se le denominaría como Puerto Uribe; fue la combinación de ambos que terminó arrojando el nombre de Puerto Triunfo.
Su actividad económica se basa principalmente en la ganadería, seguida por la pesca y el cultivo de limón, yuca, maíz y plátano. También se trabaja la explotación de cemento, mármol y petróleo.
Imagen del corregimiento El Doradal en Puerto Triunfo
En 1863 el área aledaña al municipio fue declarada Reserva Turística Nacional.
Puerto Berrío, Antioquia
El ingeniero cubano Francisco Javier Cisneros, constructor del Ferrocarril de Antioquia, seleccionó este lugar para construir un puerto para el departamento de Antioquia sobre el río Magdalena y llevar hasta allá el ferrocarril.
Es considerada la capital del Magdalena Medio antioqueño. Su nombre original era Remolino Grande. Puerto Berrío es en homenaje al general Pedro Justo Berrío, quien en 1875 era gobernador de Antioquia.
Su historia ligada al río Magdalena y al Ferrocarril de Antioquia, sumada a su condición de puerto multimodal, la erigieron como una ciudad altamente comercial con posibilidad de conexión a Medellín, Bogotá, Bucaramanga y varias ciudades de la Costa Caribe tanto por vía terrestre cómo aérea.
Puerto Wilches, Santander
El nombre de Puerto Wilches se adoptó entre 1881 y 1882 para identificar el punto de arranque de la línea del ferrocarril que uniría en ese entonces al Puerto de Paredes con Bucaramanga.
Su actividad económica gira alrededor del cultivo de la palma de aceite (principalmente en la zona sur). Al norte, por la presencia de humedales y cuerpos de agua, se enfatiza en la producción de peces y especies anfibias, también se cultiva maíz y plátano de manera tradicional.
En épocas de verano el Río Magdalena puede llegar reducir considerablemente su nivel de agua, hasta en un 100%, lo que afecta las vías de comunicación y las actividades de pesca.
Puerto Boyacá, Boyacá
Puerto Chivo, Rosalí, Puerto Luis, Sarmiento, Puerto Gustavo y Puerto Vásquez son algunos de los nombres que tuvo el municipio antes de llamarse Puerto Boyacá.
Por tamaño es el principal puerto fluvial del departamento de Boyacá. Ubicado en el valle del Río Magdalena. Su economía se basa en la producción de ganado bovino de doble propósito (leche y carne).
La pesca se realiza de forma artesanal durante todo el año como parte de la economía de subsistencia para los pescadores, la época de bonanza se dan comúnmente entre diciembre y febrero de cada año.
Peces como cachama blanca, la tilapia o mojarra roja y el bocachico son aprovechados para la ceba de peces en estanques.
Puerto Salgar, Cundinamarca
A este municipio se le ha denominado como “La Puerta de Oro de Cundinamarca”. Fundado el 14 de agosto de 1935 su nombre es un homenaje a su fundador Eustorgio Salgar.
Su nombre original fue Puerto Liévano pero fue modificado a Puerto Salgar cuando fue trasladado al sitio que hoy ocupa desde 1935.
El traslado obedeció a que el poblado inicial fuera inundado por las aguas del río. El nuevo sitio fue escogido por el Ingeniero Jorge Peña Polo el 7 de agosto de 1935.
La principal actividad económica es la ganadería con la producción de ganado doble propósito y ganadería comercial. La producción de leche y sus derivados también representan un rubro importante.
Imagen del puente sobre el río Magdalena que une a Puerto Salgar con La Dorada, Caldas.
La pesca representa su mayor actividad en los primeros meses del año a la cual están dedicadas la mayor parte de las familias de escasos recursos, las cuales trabajan de forma artesanal.
Se recorre la historia, economía y cultura del río más extenso e importante de Colombia
El agua trajo el cine a Colombia, llegando por Panamá hasta Barranquilla, de ahí al río grande la de Magdalena, la arteria fluvial más importante del país, arribó en su caudal hasta Bogotá y desde entonces ha sido protagonista de cientos de historias que no se terminan de escribir.
En las aguas del río Magdalena se han fraguado correntosas y melancólicas historias que tramo a tramo se han metido en las laderas de los municipios que cubre los más de 1.500 kilómetros que recorre el torrente del río en Colombia; mitos, leyendas, cuentos y narraciones que forman parte de la cultura colombiana. Estas son algunas de las películas que han encontrado en el río grande el mejor escenario.
En 1906, nueve años después de la llegada del invento de los hermanos Lumiére a tierras colombianas, se realizaron pequeñas filmaciones de la etapa inicial del cine silente: “La muerte de un mosquito en el Río Magdalena”, “Vista del Bajo Magdalena en su confluencia con el Cauca” y “Puerto Cambao” donde confluyeron las primeras escenas del inmenso río que en ese entonces era la única vía para llegar al centro del país y Bogotá.
“Bajo el cielo antioqueño” 1925
Sin embargo, el primer largometraje producido en las riberas del Magdalena fue “Bajo el cielo antioqueño” en 1925. Un drama romántico costumbrista en el que aparecían las familias antioqueñas más acaudalas de la época, dirigido por Arturo Acevedo Vallarino. Algunas de las escenas se desarrollaron en Puerto Berrío, Antioquia y sus alrededores.
“Allá en el trapiche” 1943
Fue la primera película sonora con secuencias en el río. Una comedia musical costumbrista dirigida por Roberto Saa Silva que contaba con actores de readioteatro conocidos por el público colombiano, en la que se usaron los escenarios naturales y paisajes de las aguas del Magdalena.
“El río de las tumbas” 1964
Filmada en la población de Villavieja en el Hulia y dirigida por Julio Luzardo. En aquel pueblo aislado y tranquilo, el río dejó de traer peces a llevar en sus aguas los cadáveres testigos de la violencia que se desencadenó luego del trágico Bogotazo.
Gabo en el Magdalena
Para Gabriel García Márquez, el río más allá de llevar a cuestas sus historias es una metáfora de la vida misma; de lo que trae, de lo que se va , de lo que se desaparece con la corriente y lo que se queda. Así se refleja en sus libros y en las adaptaciones al cine que se han realizado sobre los mismos.
“Tiempo de Morir” 1985
Bajo la dirección de Jorge Alí Triana y el guión del mismo Gabo, éste largometraje argumental pone sus cámaras en el Magdalena medio visitando los pueblos del departamento del Tolima.
“Crónica de una muerte anunciada” 1987
El director Francesco Rosi se dejó cautivar por el paisaje, por las naturaleza y la magia del río en Mompox, para contar la venganza de los hermanos Vicario a Santiago Nasar por la deshonra de su hermana Ángela.
“El amor en los tiempos del cólera” 2007
El filme de Mike Newell encontró en Mompox el escenario ideal para retratar en grandes barcos de vapor que navegaban en el río Magdalena, la historia de amor entre Florentino Ariza y Fermina Daza.
"Bolivar soy yo", "María Cano", "El Colombian dream", "El ángel del acordeón", "Los viajes del viento", entre otras cintas, han tenido como telón de fondo al río. Ese torrente de agua que en sus silencios, en su misterio, y en su magia lleva en sus piedras las historias infinitas de una tierra movida por la brisa y por la olas del río grande de la Magdalena - See more at: http://www.radionacional.co/noticia/el-rio-grande-de-la-magdalena-y-el-cine#sthash.TOhHYVmz.dpuf
Comentarios
Publicar un comentario