domingueando libros

Los libros también se compran un domingo en el centro de Medellín

Libros leídos se consiguen en la esquina del pasaje Boyacá y Junín desde las tres de la mañana.

Era domingo y hacía calor. Era casi mediodía y, mientras las iglesias comenzaban a llenarse de feligreses que esperaban con ansias a que comenzara la sagrada eucaristía, en la esquina del pasaje Boyacá, que da con la carrera Junín, llegaban fieles lectores en busca de un libro y de un espacio para debatir con el librero.
A las tres de la mañana, Saúl Maya Arcila ya recorría las calles del Centro en medio de prostitutas, borrachos y bandidos. Llevaba su carreta, llena de libros, por el asfalto gastado de algunas calles del corazón de la ciudad.

Luego de cerca de dos horas organizando fueron llegando los primeros clientes. Compran 40 o 50 libros. No pagan más de dos mil pesos por cada uno. Suena irreal.
Pero, ¿por qué ir a comprar libros un domingo a la madrugada al Centro? Lo sabe, además de la pasión de algunos de sus visitantes por la lectura, también es un negocio para otros.
Muchos estudiantes de universidades públicas de la ciudad le compran libros y los venden a un precio superior. “Hay estudiantes que se sostienen con eso. Ellos madrugan y se llevan los mejores”, comenta.
Pero no sabe a ciencia cierta por qué a mediodía va mucha gente a comprar libros. Le pregunta a uno de sus clientes por qué lo hace, y este le responde que porque él le fía. Otro dice que encuentra joyas que no se consiguen en ninguna parte. Tiene una teoría que comparten sus clientes: “Es una terapia para la gente venir acá a comprar libros”.
Libros de todo tipo se pueden encontrar en el puesto de Saúl Maya. Desde grandes joyas de la literatura universal hasta libros académicos, que no se consiguen en las librerías convencionales. Foto: Mateo García
La historia comenzó hace varios años. Un día decidió vender unos 20 libros que tenía en su casa. Se recorrió la carrera Junín y le fue tan bien que encontró su nueva vocación.
Desde entonces, no deja de visitar varios puntos de reciclaje y compra libros de segunda por kilo. “¿Qué ironía, no?”, dice, y se ríe.
Pero Saúl tiene muy claro el éxito de su librería callejera: “Yo compro barato y vendo barato. Ese es el secreto”. Además, allí se encuentran libros de todo tipo, por eso su público es muy variado.
De lunes a sábado vende libros en Bolívar con Caracas. Sin embargo, ese punto entre el pasaje Boyacá y Junín es su predilecto.
“Los domingos son más tranquilos, tal vez por eso algunas personas prefieren venir un domingo. Este sitio es muy movido en semana y eso impide que se venda acá, pero hoy es diferente”, señala Saúl.
En medio de una conversación con un amigo suyo surge una pregunta que lo puso a pensar un rato.
-Hablando muy seriamente respóndame: ¿García Márquez o Vargas Llosa? -dice un hombre con pinta de militar.
-Es una discusión larga. Pero yo me quedo con Tomás Carrasquilla, Jorge Luis Borges y J. J. Benítez.
Durante algunas horas Saúl necesita ayudantes. Sin embargo, estas le preguntan a él por los libros. Él es el que sabe. Saúl es el librero.
A las cinco de la tarde se marchó. Recogió los libros que le quedaban y arrancó por las mismas calles con asfalto gastado. El librero ambulante iba a descansar, al otro día debía madrugar a comprar libros. Ahí iba Saúl, el librero ambulante. “Una vez escribieron sobre mí y dijeron lo que en verdad soy, un librero sin librería”.

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